Επιμέλεια: Εύα Πετροπούλου Λιανού
Mexicana. Maestra en letras por la Universitat de Barcelona, España. Es escritora, investigadora, poeta, ensayista y académica. Autora de 20 libros de poesía y dos libros de ensayo. Autora de artículos sobre literatura en revistas y periódicos nacionales y extranjeros, sus poemas han sido traducidos al Inglés, Francés, Alemán, Chino, Griego y Croata. Es Directora del Centro de Estudios Sobre La mujer en La Academia Nacional de Historia y Geografía, UNAM, creadora y Directora del Festival Internacional La Mujer en las Letras de la ANHG, UNAM. En la Capilla Alfonsina, INBAL Dirige el taller de creación literaria “Alicia Reyes”, desde el año 2017, coordina el Ciclo de conferencias Diálogos en Femenino con Alfonso Reyes, es creadora y organiza el Coloquio internacional Alfonso Reyes y las Mujeres de su tiempo INBAL desde 2020. En el Museo de la Mujer UNAM dirige el Ciclo de conferencias Poéticas de la inteligencia desde 2016 y el ciclo, Poesía en voz de sus autoras.
ESA OTRA PIEL
Bajo la piel
lo áspero y laxo se condenan,
porque se hospeda silenciosa
la carne
que enfurece,
que reintegra,
que impaciente se infiltra
de otra,
de todos,
intrigada
al riesgo sin respuesta,
la carne lleva su voz propia en el gimo
anclado en cada cuerpo
desencantado
en torsiones,
carne alborotada,
carne que revienta
en la piel refractaria
sumada a la forma,
al fluir líquido,
flotante
y nuevo.
Esa otra piel
se entrega a la repetición
convocante de aguas oscuras
en busca del germen,
origen multilingüe
de las exploraciones.
Esta piel insinúa la luz
de tu imagen verbal,
lúcida
y directa,
en su grafía de piel danzante,
inflexible,
confesando lo atemporal
con sonidos ajustados,
ciñe suplicante
el esbozo libre
que ronda el vértigo.
Cálida carne desprogramada,
inventario último sobre mi cuerpo
peligroso
en la articulación que mueve,
que desgrana
cuando la holgura revisa el enunciado
del centro sensitivo del influjo.
La piel es la otra seña
en el lenguaje cómplice
del margen
cuando se mide el monólogo entre sábana,
el atrevimiento
de la saliva a la carne,
del hálito
a la frase asignada
desanudando la fibra íntima,
húmeda,
inflexible,
alerta,
rodeada de meticulosidades,
bajo esta piel anticipada,
piel única,
piel que se crea
en la secuencia del incendio,
en la irrupción del exceso
que ramifica las vibraciones,
piel que se aproxima
cuerpo y sujeto
que remedia
y calma,
alivio que reconoce la astucia,
la construcción sonora,
yuxtapuesta,
en la dualidad original
que la piel exige.
Hay una linde en la dermis,
en la alta tensión
de la furia
cuando sobrepone la agitación
que la pasión impulsa,
el gesto mimético
de dos cuerpos espontáneos
cuando descubren la variante,
la sintaxis liberada,
ininteligible,
en la progresión inquieta
traducida en aventura
corpórea,
en la incorporación entera
de la piel posible
cuando cambia
impetuosa,
piel solar,
piel radiante
expresando en carne viva
la analogía
entre engarces,
la pista que pronuncia
la oración cíclica,
perfecta,
la profusa seña seminal
o lúbrica
de la pasión desembocada
en el cuerpo fluido.
Bajo la égida de la epidermis
hay una devoción que impregna a la caricia,
el reencantamiento
que aprende de lo efímero,
la revelación exigente
al desmontar
las confesiones de la carne
íntegramente mitigadas
en el frágil sonido
que enumera las fronteras corpóreas,
piel desnuda,
elevada,
serpenteante,
disposición perfecta,
acompasada,
repitiendo el júbilo
de llegar sin miedo
a la hondonada con los ojos desorbitados,
cuencas en el aire
en la sensación metafísica abierta
cuando tenaz el polvo
asume la luz sobre su vuelo.
Trazo vertical,
Indescifrable ,
sigiloso,
entre silencio y lucha,
la piel desemboca
en descanso,
en la conversión amorosa
que mitiga el fervor
bajo la vastedad
de lo explorado
impregnando a media luz
el reencantamiento
con el gozo consumido.